domingo, 4 de enero de 2015
¿Cuánto tiempo hace que no pienso en otra cosa que en
ti, imbécil, que te intercalas entre las líneas del libro que leo,
dentro de la música que oigo, en el interior de los objetos que
miro? No me parece posible que el revestimiento de mi esqueleto sea
igual al tuyo. Sospecho que perteneces a otro planeta, que tu Dios
es diferente del mío, que el ángel guardián de tu infancia no se
parecía al mío. Como si se tratara de alguien que hubiera entrevisto
en la calle, me parece que no nos hemos conocido en la infancia y
que aquella época hubiera sido mero sueño.